Es imposible vivir al margen de los acontecimientos que nos rodean: guerras, pobreza y hambre en países del Tercer Mundo, pero… ¿qué necesidad hay de irse tan lejos? ¿a caso no tenemos en España una situación lo suficientemente grave?

 

Un país que ha sido puntero durante muchos años y que ahora se ve debilitado por la mala gestión de los distintos partidos que han gobernado la nación en los últimos 10 años; unos gobernantes que aparte de emborronar el nombre de España han dejado una tasa de paro del 26.6%, a miles de familias en la calle al borde de la pobreza y una deuda impensable hace unos años.

 

Y ahora hablemos de hechos más concretos, de datos que no estén maquillados por gobiernos insolventes. Si bien España necesitaría un crecimiento de su PIB por encima del 2% para poder crear empleo, en el año 2013 cerró con un decrecimiento del 1,3% según el FMI que pese a mejorar sus cifras sitúa a España a la cola de Europa. Pero registrar estos datos no debería confiar de ninguna manera a nuestros dirigentes ya que sin unas reformas más austeras este crecimiento podría tornarse a ser negativo en el último trimestre del año.

 

Pero claro, muchos pensaréis que unas reformas no son suficientes para sacar a este país a flote, y no estáis equivocados, ¿qué credibilidad va a tener un país en el que sus políticos meten mano a las arcas públicas sin represión alguna? ¿a quién inspiraría confianza un país en el que sus sindicatos usan subvenciones públicas para vivir como reyes? Y claro está que hasta que esto no cambie tampoco lo hará la situación en España y mucho menos el malestar general de la población.

 

Una población que, en muchos casos, encuentra en la violencia y el vandalismo una vía de escape perdiendo totalmente la fe en una democracia, que aún estando corrupta hay quienes por medios más pacíficos la defienden y ven en ella un futuro menos turbio.

 

Para finalizar me gustaría citar al escritor estadounidense Ambrose Bierce, porque creo que esta frase es un claro reflejo de España en particular y de las sociedades del llamado Primer Mundo en general:  

 

“El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.”